Es una percepción puntual o ¿él está yendo a la compra con más entusiasmo que antes del confinamiento? Vamos, que si por él fuera, iría todos los días “¿Qué vas a hacer de comer hoy? ¿No te falta nada, cariño? Yo me acerco en un momento”. Claro, el ingrediente te hace falta a ti, mujer, que vas a hacer la comida, además de controlar que no falte papel higiénico, leche, harina, apiretal, paracetamoles… Luego recibir esa compra, que él trae al hogar entre resoplidos como un Cid campeador. Así que ahora sí, te vuelve a tocar a ti, mujer, desinfectar cuidadosamente cada producto adquirido para que nadie de la familia enferme, y colocarlo en su lugar mientras él repone fuerzas tras haber salido a buscar el alimento. Pero también eres tú, mujer, en exclusividad, quien ve que el baño está sucio, (claro, tienes una mirada con súper poderes), hay que cambiar las toallas o las sábanas, el niño sigue vistiéndose con ropa de invierno, ya hace calor, habrá que sacarle las bermudas, el cesto de la ropa sucia ya tiene copete, y el suelo de la cocina está pringosa, ha debido caer algo y nadie evita sus consecuencias. Justo en ese momento saltan mensajes de gmail, sí, son las instrucciones de la profesora con los deberes, (obviamente llegan a tu móvil, a tu correo electrónico, es que además también es tu número el que está en el grupo de padres de 1ª, y curiosamente, de 27 integrantes solo hay 4 padres). En fin, no pienses demasiado, porque ahora debes convencer a tu hijo (o a tu hija, o a uno y otra), con mucho cariño, de que debe cambiar el uso de la tablet y que apague la serie que está viendo, que ya tiene nuevas tareas. ¡Vaya¡ en ese instante recuerdas que debes llamar al médico para que actualicen las medicinas de tu madre que ya se le acaban, pero, antes, es imprescindible encontrar esa camisetarojadelpájaro. Entonces te entra cargo de conciencia, porque hoy no has hablado con tus suegros, a ver si les falta algo, cómo se encuentran de ánimo. Se te seca la boca, te entra como una opresión en el pecho, te falta el aire pero debes responder varios whatsapps del móvil del trabajo. La máquina tiene que seguir cumpliendo aunque en tu cabeza no cabe ni un granito más, es incapaz de razonar, de tomar decisiones, sientes que ha desaparecido toda tu capacidad de concentración desde que trabajas desde casa y recuerdas con bochorno, que la semana pasada tuviste que participar en una reunión por videoconferencia con la pequeña en el regazo y, además, esbozar una amplia sonrisa, a pesar de las ojeras por haber trasnochado para preparar un informe en el silencio de la noche.
Ahora es cuando viene el gran suspiro, un agotamiento infinito y te quedas pensando si eso de que las cosas han cambiado tanto para las mujeres es cierto. Quizá habrá que llamar a Lobatón para que encuentre a ese hombre desaparecido cuando toca hablar de las tareas domésticas o de cuidados familiares.
No son lamentos de mujeres con sus amigas, este hecho se refleja en las estadísticas oficiales: el 90% de mujeres prioriza, o se ve obligada a priorizar la dedicación al cuidado de los y las menores, personas dependientes o mayores, a su dedicación profesional y pide excedencias laborales. También hay porcentajes del INE reveladores, como que un 77,5% de mujeres trabajadoras frente a un 32,9% (ni la mitad) de hombres trabajadores cocinan cada día o realizan tareas domésticas. Y aún hay más, el porcentaje más alto de mujeres trabajadoras que dedican tiempo al cuidado y educación de menores invierten en estas labores cuatro horas diarias mientras que los hombres le dedican dos horas diarias.
También tenemos datos concretos de este panorama en Canarias. El informe anual ‘Brechas de género 2019’ del ICI que apunta que, en cuanto a corresponsabilidad, todavía se aprecia una brecha de género media de 1,46 puntos porcentuales y resalta que “la correlación entre excedencia laboral para el cuidado y situación de desigualdad en el mercado laboral, se convierte en un círculo vicioso difícil de romper” que a medio y largo plazo perpetúan la desigualdad de derechos y oportunidades de las mujeres.
Otra conclusión preocupante de este informe es que aunque las mujeres sean más longevas que los hombres, “acusan los efectos de la triple jornada laboral, las desigualdades de género y el peso de las responsabilidades del cuidado sobre su salud, lo que conlleva una peor salud crónica”. La denominada “triple jornada” se refiere al trabajo que desarrollan las mujeres en una jornada laboral externa, la segunda es la que dedica a las tareas domésticas y de cuidados y la tercera, el esfuerzo que hacen por mantener las redes afectivas.
En cuanto al uso de su tiempo personal, el informe corrobora la tendencia de que los hombres ocupan su tiempo personal con el deporte, el ocio y la política, y las mujeres en la reivindicación de derechos, la solidaridad o el apoyo escolar.
Si cuando hay que hacer tareas domésticas o de cuidados sigues escuchando eso de que “A ti se te da mejor” “yo te ayudo mucho” es hora de que empieces a hablar en la familia de CORRESPONSABILIDAD porque quizá te han incrustado en el cerebro que todas estas tareas son tu obligación, que nunca puedes darte por vencida y eres capaz de llegar a todo de una manera brillante y sin despeinarte. Eso también es un bulo que además te perjudica mucho, a ti y a la sociedad en su conjunto.
Necesitas descanso físico y mental, evadirte al igual que el resto de personas adultas con las que estás confinada. Es preciso y urgente que se repartan responsabilidades, no con la intención de ayudarte sino para asumirlas con responsabilidad plena pues tu descanso, tus inquietudes culturales, tus posibles obligaciones laborales son tan importantes como las posibles obligaciones escolares, universitarias o laborales del resto de integrantes de la familia.
En estos momentos, toda la humanidad lucha contra la pandemia del Covid-19 ¿por qué no aprovechamos esta unión global, este rebrote de solidaridad espontánea, de empatía por quienes padecen con mayor virulencia la desigualdad y luchamos contra la pandemia del androcentrismo? . Sin minimizar la gravedad de la emergencia sanitaria actual, es de justicia reconocer que la visión androcéntrica también puede tener resultado de muerte.
Además, la corresponsabilidad beneficia a la humanidad, como dice en un artículo Julia Pérez Correa, directora de la Unión de Asociaciones Familiares (UNAF) “Las ventajas son múltiples. En primer lugar, es una fuente de independencia, autonomía y respeto hacia las demás personas. Además, el cuidado proporciona afecto y satisfacción personal tanto a mujeres como a hombres, permite liberar tiempo para dedicarlo a otras actividades y mejora la calidad de vida de todos los miembros de la familia”. Ser más felices, también en este confinamiento, es una razón suficiente y poderosa.
Para analizar si tu hogar es corresponsable, en el ICI hemos preparado una ENCUESTA que te puede hacer reflexionar a tí o a tu pareja sobre el reparto de los cuidados básicos del hogar y las personas confinadas en él.
Y si compruebas que hay algunas goteras en el reparto, como siempre te damos algunas ideas para cambiar esos malos hábitos. Este periodo tan especial puede ser el más idóneo para introducir cambios en las rutinas:
- Si hay peques en casa, preparar en familia un cuadrante de tareas, o grupos encargados, y que haya una competición con puntos.
- Hacer una lista de labores y que cada persona de la casa tenga alguna adecuada a su edad/tiempo responsabilidad: ¡ojo! Se trata de hacerla en familia, no de que la haga quien siempre se ocupa de todo.
- Con peques o sin ellos, también puede ser divertido elegir “el día del mundo al revés”: yo hago, o aprendo contigo, lo que tu siempre haces. Meterse en los zapatos de otra persona ayuda mucho.
- ¿No te animas a plantear la conversación en mitad del confinamiento? Pues la táctica de la hormiga: un día delegas una, otra compartes otra, el día siguiente otra diferente.
- No te desanimes porque otros miembros de la familia no recojan tan bien o exactamente como tú quisieras. La práctica es la que hará que mejoren.
- Si no sale bien a la primera: no vayas detrás haciéndolo. Alaba lo hecho e invita a mejorar. En estos asuntos, los refunfuños no suelen funcionar.
- Por último, anima a las personas de tu familia a completar nuestra encuesta para que se den cuenta de cuántas tareas quedan en sus manos o en las de otra persona.
¿Tienes trucos de corresponsabilidad? ¡Compártelos en comentarios o en nuestras redes sociales! Nunca son demasiados.